La llegada de Jesús a Jerusalén Lucas 19:28-46

La llegada de Jesús a Jerusalén
Lucas 19:28-46
La entrada triunfal en Jerusalén
(Mt. 21.1–11; Mr. 11.1–11; Jn. 12.12–19)
28Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 31Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. 36Y a su paso tendían sus mantos por el camino. 37Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor paz en el cielo, y gloria en las alturas! 39Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
41Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
Purificación del templo
(Mt. 21.12–17; Mr. 11.15–19; Jn. 2.13–22)
45Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones 47Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.

La gente hace cosas extraordinarias para recibir a las personas que considera como muy importantes.
Los equipos campeones mundiales son recibidos en los aeropuertos, organizan desfiles en su honor.
Las grandes celebridades han sido recibidas con papeles de colores y a algunos les dan las llaves de la ciudad. A gobernantes, reyes se les recibe con alfombras rojas, banquetes oficiales, paseos y grandes regalos.
Aun en nuestras casas cuando llega alguna persona importante hacemos un esfuerzo especial para hacer sentir bien a nuestros visitantes.
Hace 2 mil años en lo que hoy conocemos como domingo de ramos la ciudad de Jerusalén tuvo un visitante especial.
Esta persona había estado en la ciudad varias veces, peor en esta ocasión él mismo se presentaba en cumplimiento de Zacarías 9:9.
El rey venía a Jerusalén. No todos le dieron la bienvenida a Jesús con entusiasmo; sin embargo hubo algunos que sí.

La llegada de Cristo a la ciudad de Jerusalén como un rey nos enseña algunas cualidades de Cristo


I. Un rey que exige obediencia 28-31

A. A veces se enfatiza más en la humildad de Jesús al llegar a Jerusalén, pero en este evento vemos al Señor hablando con autoridad.
B. Nos gusta la idea de un rey, pero como en España y en Inglaterra: sólo de adorno, pues los que toman las decisiones son los Primeros Ministros.
C. Jesús merece toda nuestra obediencia, y la única razón para obedecerle es porque así lo dice el Señor.

II. Un rey que es manso y humilde 32-35

A. Jesús sorprendió a la multitud al presentarse en un pollino (asno joven) y no en un caballo como lo hacían los grandes conquistadores y guerreros de su época.
B. Estaba predicando con el ejemplo lo que había enseñado en Mat. 20:26,27
C. El reino de Cristo es un reino de paz, un reinado en el corazón. No venía como un conquistador a liberar al pueblo del gobierno de Roma. Su reino no es de este mundo.

III. Un rey que merece alabanza 36-40

A. Los discípulos entregaron sus mantos (36) Tal vez sus únicas posesiones.
B. Los discípulos eran los que alababan a Dios (37) En los demás evangelios se menciona la palabra Hosanna, que significa "Sálvanos Dios ahora"
C. Los discípulos lo aclamaron como Rey (38)
D. Los incrédulos se opusieron a esta alabanza (39)
E. Jesús dijo que esta alabanza era necesaria; porque inclusive las piedras lo podrían hacer. (40)

IV. Un rey compasivo 41-44

A. La gente incrédula no se dio cuenta a quien tenía frente a sus ojos. No sabía que su paz estaba pasando frente a ellos.
B. Jesús lamentaba que no lo recibirían con gusto. Dice el vr. 47 que buscaban la oportunidad de matarlo.
C. Por eso Jesús lloraba al ver que en medio de tanta gente, en medio de la gran ciudad, y en unos cuantos días, él sería rechazado por su misma gente.
D. Estas palabras de Jesús se cumplieron unos 40 años después cuando un general romano llamado Tito sitió a la ciudad y la destruyó. En aquella lucha cruel, 600 mil judíos murieron.
Conclusión

Mucha gente no sabe qué es lo que celebramos hoy; mucho menos lo del viernes. Hoy debemos adorar a Cristo y postrarnos ante él como nuestro Rey poderoso que ha venido a salvarnos.

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