GÉNESIS 12: Llamado de Abram



Del capítulo 1 al 11, el libro de Génesis ha tratado sobre la historia de toda la humanidad.  Pero a partir del capítulo 12, la historia se enfoca en una familia en particular: Abram y su descendencia. 

Como mencionamos anteriormente, Abram era originario de Ur de los caldeos (hoy, cerca de Kuwait), pero luego se asentaron en Harán con su padre y un hermano.  Pero allí Dios lo llamó:
(Génesis 12:1-3)  Y el SEÑOR dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré.  (2)  Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.  (3)  Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra. 



El texto hebreo usa una expresión muy peculiar: “Lej leja”.  En español es traducido como “vete”, pero literalmente se podría leer “vete de ti mismo”.  Es como si Dios le estuviere diciendo que debía irse de todo lo que le era conocido y familiar hasta ese momento.

¿De qué debe irse?
à de tu tierra
à de tu parentela
à de la casa de tu padre
à de lo que había estado haciendo hasta entonces

Debía desligarse y apartarse de lo que le era familiar hasta ese momento.

Según la tradición judía, el padre de Abram era un hacedor de ídolos, lo cual concuerda con lo que está escrito en Josué.
(Jos 24:2)  Y Josué dijo a todo el pueblo: Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Al otro lado del río habitaban antiguamente vuestros padres, es decir, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a otros dioses. 

Abram debía dejar atrás la idolatría y todo lo que le era familiar.  Eso estaba claro.  Pero, ¿a dónde debía ir?  Eso no lo sabía, pues Dios no se lo había revelado.  Todo lo que sabía es que iría al un lugar que el Señor le iba a mostrar.

Muchas veces el Señor trabaja así con nosotros.  Nos pide que demos un paso, pero no nos revela más que esa tarea.  Lo hace para que aprendamos a confiar en Él, y no en los planes mismos.  El resultado de la obediencia es siempre bendición.   


LA PROMESA
Dios le prometió varias cosas a Abram si él obedecía y dejaba todo para seguirlo a Él (Gen. 12:1-3):

*  Haré de ti una nación grande
*  Te bendeciré
*  Engrandeceré tu nombre
*  Serás bendición. 
*  Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré.
*  En ti serán benditas todas las familias de la tierra.

Aunque Dios apartó a Abram y su descendencia de entre todas las familias del mundo, lo hizo con el propósito de bendecir a todos al final.


PROPÓSITO
¿Qué hizo Abram?  ¿Respondió al llamado de Dios?
(Gen. 12:4)  Entonces Abram se fue tal como el SEÑOR le había dicho; y Lot fue con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando partió de Harán. 

Abram no era joven.  Ya era anciano.  Uno podría pensar que le faltaba poco para “terminar” su vida.  Pero a los ojos de Dios, allí comenzaba su vida.  El Señor le dio cien años más de vida; pero no sólo eso sino un propósito de vida enorme, que trascendería las generaciones. 

Abram dejó todo para comenzar de nuevo.  A veces pensamos que es duro entregar todo por ¿nada?  Pero cuando Dios nos pide que le entreguemos todo, es porque Él nos dará algo mejor. 


EL PRIMER HEBREO
Abram fue el primero en cruzar el río, en camino hacia Canaán.  Por eso se le llamó “hebreo” (heb. “Ivri”), que literalmente significa: “uno que viene de más allá”, es decir, que viene más allá del Gran Río.
(Josué 24:3)  Entonces tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río y lo guié por toda la tierra de Canaán, multipliqué su descendencia y le di a Isaac.

Abram fue el primer hebreo, el primero que cruzó el río.  A lo largo de la Biblia, es muy significativa la imagen de “cruzar el río”.  Representa dejar una forma de vida para entrar a una nueva.  
(Génesis 12:5)  Y tomó Abram a Sarai su mujer, y a Lot su sobrino, y todas las posesiones que ellos habían acumulado, y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a la tierra de Canaán; y a la tierra de Canaán llegaron. 

Abram no sólo se fue con su esposa Sarai, sino también con su sobrino.  Abram no tenía hijos, y el padre de Lot, Harán, había muerto; por lo tanto, él adoptó a su sobrino.


ÉSTA ES LA TIERRA
Abram no sabía exactamente a dónde iba.  Pero al entrar en Canaán, Dios le reveló que la tierra en donde estaba parado era la Tierra Prometida.
(Gen. 12:6-7)  Y atravesó Abram el país hasta el lugar de Siquem, hasta la encina de More. Y el cananeo estaba entonces en la tierra.  (7)  Y el SEÑOR se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al SEÑOR que se le había aparecido. 



Siquem está localizado justamente en el centro de la Tierra Prometida.

Este es el mismo lugar donde los israelitas, descendientes de Abram, luego vab a confirmar el pacto con Dios, luego de haber conquistado la Tierra Prometida. 
(Deut. 11:29-32)  Y acontecerá, que cuando el SEÑOR tu Dios te lleve a la tierra donde entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal.  (30)  ¿No están ellos al otro lado del Jordán, detrás del camino del poniente, en la tierra de los cananeos que habitan en el Arabá, frente a Gilgal, junto al encinar de More?  (31)  Porque vais a pasar el Jordán para ir a poseer la tierra que el SEÑOR vuestro Dios os da, y la tomaréis y habitaréis en ella;  (32)  y tendréis cuidado de cumplir todos los estatutos y decretos que hoy pongo delante de vosotros.


PROMESA DOBLE
En Siquem, Dios amplió su promesa a Abram.
(Génesis 12:7)  Y el SEÑOR se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al SEÑOR que se le había aparecido. 

Abram recibió una Promesa doble: tierra y descendencia.

Seguramente Abram se preguntaba cómo sería eso posible, ya que él no tenía hijos, y ya tenía 75 años de edad.  Por otro lado, en ese entonces la tierra les pertenecía a los cananeos, y como a extranjero, a él no se le daba la oportunidad de poder comprar tierra.   Se necesitaría de un milagro para que esa promesa se cumpliera.

Siquem es un valle, pero luego de oir la promesa, Abram subió a un monte cercano, probablemente para apreciar la Tierra que Dios le ofrecía. 
(Génesis 12:8)  De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y edificó allí un altar al SEÑOR, e invocó el nombre del SEÑOR. 

Contrario a lo que habían tratado de hacer en Babel, levantando su propio nombre, Abram invocó allí el nombre del Señor. 

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