LECCIÓN 7. "NO IRACUNDO, NO PENDENCIERO"


LECCIÓN 7. "NO IRACUNDO, NO PENDENCIERO"
OBJETIVO
El alumno comprenderá la importancia de diferenciar entre la ira pecaminosa y la ira bajo control del Espíritu en situaciones difíciles. Y sobre todo que recuerde que la violencia (sea verbal o física) no forma parte de la vida cristiana, mucho menos del carácter de un anciano.
En el mundo, la ira y la violencia van de la mano. La televisión o el periódico narran cada día el itinerario de un mundo cada vez más violento. La civilidad ya no existe. Todos quieren hacer justicia con propia mano, todos quieren ser oídos a gritos, a botellazos, a golpes, a pedradas, o machete en mano. En un mundo irascible y violento, los cristianos debemos hacer la diferencia. El mundo que nos rodea debe ver en nosotros un estilo de vida de mejor calidad.

Debe ver en nosotros y en nuestros hogares una atmósfera y una actitud de paz y de armonía, una manera distinta de resolver los conflictos y las desavenencias. Si el mundo ve que sabemos resolver  nuestras diferencias con los demás de manera distinta, les impactaremos más poderosamente con nuestra fe.

No iracundo:             (Orgilos: iracundo, propenso a la ira, irascible)

No pendenciero:       (Plektes: un golpeador, un belicoso, dispuesto a pelear)

LA IRA: REALIDAD DE NUESTRA NATURALEZA HUMANA.
a). "Airáos" Efesios 4.26

 El Señor dice que puedes airarte. ¿Por qué? Porque la ira forma parte de las emociones puestas por Dios en nuestros corazones. ¿Quién dice que nunca se aíra, miente, o tiene “sangre de atole”? Todo ser humano se enoja de vez en cuando y otro más seguido.

 Aunque la ira es una emoción puesta por Dios, la manera y el momento en que la manifestamos es responsabilidad nuestra. Somos nosotros quienes la convertimos en una ira santa o en una ira pecaminosa. Hay una forma de airarnos que es pecaminosa y destructiva. De la ira pecaminosa y destructiva nos habla Santiago cuando dice: “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1:20).

La ira humana es la ira que nace de nuestros egoístas, pecaminosos y orgullosos corazones (Pro.12:16). Es la ira de la gente que todo le enoja, que se enoja grandemente por cosas insignificantes (Pro. 29:11), que se enoja rápidamente y se cree intocable.

 La ira nunca aparece sin  razón, pero rara vez con una buena razón” Benjamín Franklin

Ocasionalmente nos airamos por una causa justa, pero casi siempre es por causas egoístas o porque han lastimado nuestro orgullo.

¿Cómo saber si somos iracundos?
¿Cómo reaccionamos cuando alguien nos ofende?
¿Cómo reaccionamos cuando alguien se opone a nuestros “inteligentes” proyectos?
 ¿Cómo reaccionamos cuando alguien toca algo que queremos mucho?
¿Cómo tratamos a nuestra esposa y a nuestros hijos cuando hacen algo diferente a nuestro modo de ver las cosas, o cuando retan nuestra “autoridad”?

Rara vez perdemos el control en público. La mayoría de nuestros hermanos y compañeros de trabajo no nos conocen encolerizados.

Pero hay una triste realidad oculta tras las puertas de nuestro hogar: somos irascibles, irritables y coléricos.

El modo en que nos comportamos en casa y la clase de reacción que tenemos ante las cosas que salen de nuestro control  es lo que somos en realidad.

a)      "Quítense de vosotros toda... ira" Efesios 4.31

Las malas reacciones de ira son un problema muy grande en el ser humano, y que muy pocos saben manejar. Además hay dos reacciones negativas que provienen de la ira pecaminosa:

* LA AGRESIÓN VERBAL.
* LA AGRESIÓN FÍSICA.

Cuando no tenemos control sobre el enojo o la ira, cuando no cambia nuestro estado de ánimo, cuando no perdonamos, entonces viene algo peor: el odio, la venganza, la violencia, y como en el caso de Caín y de Abel: el asesinato (Gen. 4:1-8). A la ira prosigue la violencia.

Quien no controla su ira, tampoco controla sus actos, como Caín. Quien arremete verbal o físicamente de manera constante, está totalmente descalificado para ser un obispo o anciano, ya que esa mala reacción es una señal muy evidente de inmadurez.

Ese tipo de reacción es totalmente ajeno a los propósitos de nuestro Señor Jesucristo para con sus discípulos (Mat.5:38-45). Los cristianos en general debemos buscar la paz, debemos poner la otra mejilla, debemos sufrir los agravios, incluso el ser defraudados, debemos caminar la segunda milla, ¡cuánto más los ancianos!

¿Qué piensas de la reacción agresiva de Nehemías (Neh. 13:23-28)?
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LA DISTINCIÓN ENTRE LA IRA NO PECAMINOSA Y LA IRA PECAMINOSA

Dios se enoja, Jesucristo se airó (Sal. 7:11; Mr. 3:5; Mat. 23:13-33; Jn 2:13-17; He. 3:7-11). La ira de Dios es santa, la ira de nuestro Señor Jesucristo fue justa y necesaria. ¿Cómo podemos adquirir ese discernimiento para ejercitar una ira como la de Dios?

 "Airáos pero no pequéis" Efesios 4.26
¿Es posible airarse sin pecar? No solo es posible, sino que es necesario. Si somos testigos de una causa injusta o pecaminosa y no nos airamos, pecamos (Pro. 25:23). Hay gente abusiva que necesita ver un rostro airado para que deje de hacer  lo que hace. Un detractor empieza a hablar mal de alguien y espera que los demás le sigan la corriente. Si en vez de seguir la corriente, con nuestro rostro airado le demostramos nuestro desacuerdo, nuestro desagrado, haremos que cambie su actitud. Nosotros debemos fruncir nuestro ceño en total muestra de enojo. ¡Que nuestro enojo sirva para algo bueno!

La ira por una causa justa se convierte en pecado cuando:

* Cerramos nuestros oídos para no oír explicaciones.
* Decimos palabras hirientes y groseras.
* Atacamos físicamente.
* Seguimos airados después de algunas horas.

Es entonces cuando se le da lugar al diablo. Es entonces cuando una causa justa se convierte en algo pecaminoso, es entonces cuando la ira se convierte en amargura. Desde la perspectiva de la enseñanza del Nuevo Testamento, ¿cómo explicar y aplicar a nuestras vidas el siguiente pasaje (Núm. 25:1-15)?

LA IRA BAJO EL CONTROL DEL ESPÍRITU SANTO7
La Biblia es explícita cuando se trata de la ira. Pero sobre todo nos enseña  principios para que nuestra ira sea buena y aceptable ante Dios:
a) Seamos tardos para airarnos (Stg. 1:19; Pro. 14:29, 15:18, 16:32).
Para lograr esto, nuestras emociones deben estar bajo el control del Espíritu Santo. De lo contrario manifestaremos rápidamente nuestra irritabilidad e impaciencia.


b) No seamos exigentes, quisquillosos o susceptibles (Pro. 19:11, 12:16).
Hay mucha gente que por cualquier cosa, por insignificante que sea, se ofende. Nadie les puede decir nada, nadie los puede confrontar, nadie los puede tocar. ¡Pobre de aquel que se cruce en su camino!


c) Conquistemos nuestro propio carácter (Pro. 16:32, 29:11).
Hay mucha gente que es fuerte físicamente y su rudeza les ha ayudado a conquistar ciudades y reinos.

Gente como Alejandro Magno, Julio César, Napoleón; pero fueron personas que no pudieron conquistarse  a sí mismos. 

Ser tardo para la ira, o sea, dominarse a sí mismo, cuesta más y requiere de sabiduría de lo alto y de mayor valor, que dominar a otros por la fuerza.

El hombre que tiene el control de su carácter tiene más grandeza y es digno de mayor honor que cualquier famoso conquistador, ante los ojos de Dios.



d) Seamos pacificadores (Pro. 15:1, 18)
A veces, lo importante no es tener la razón, sino que esa razón se declare con palabras suaves, con una respuesta amable.

“La blanda respuesta quita la ira.” Si alguien tiene la razón no tiene por qué gritar, no tiene por qué ofender, no tiene por qué alzar la voz, no tiene por qué usar de reproches altisonantes.

Las palabras ásperas son como gasolina echada al fuego. Una palabra áspera enciende más la ira. Un pleito lo hacen dos. Nunca una sola persona.



EJERCICIO
Contesta la siguiente evaluación personal
1¿Eres iracundo?
Marca en la siguiente escala el grado de ira que consideras tener.
Muy baja                    Baja                    Media                    Alta                    Muy alta.

2. ¿Eres violento, pendenciero?
Marca el grado de violencia con que reaccionas ante una confrontación. 
Muy baja                    Baja                    Media                    Alta                    Muy alta.

3. ¿Hay personas que han sufrido tu ira? ¿Les has pedido perdón?
Escribe su nombre y señala cuándo irás a pedirles perdón:
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En el historial de tu vida, ¿has captado cuándo te has airado justamente? ¿Has sabido lo que han pensado los demás acerca de tu reacción? ¿Lo puedes compartir?
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4. Escribe una meta que te gustaría alcanzar como resultado de este estudio:
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CONCLUSIÓN

La ira es parte de nuestra naturaleza humana. Aprendamos a ser honestos y valientes para aceptar y reconocer la ira pecaminosa cuando nos confronte nuestra conciencia, o nuestra familia, o algún hermano, recordando siempre que “la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. 

Otra cosa importante es aprender a manifestar una ira santa; para ello necesitamos una profunda percepción del Espíritu Santo en nuestra vida diaria. Todo pecador debe saber que la maldad, la perversidad, la iniquidad nos indigna a nosotros los cristianos.

Pero no nos justifiquemos cuando se trata de algo de la carne, porque los iracundos no heredarán el reino de Dios (Gál. 5:19-21).









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